Esto es lo que nos queda
¿Y qué es esto? Lo que está haciendo Liu, lo que están haciendo otros performers, lo que hacen también chicas y chicos de colectivos danza independiente, y que pasa por la reapropiación de ese lugar que en algún momento nos perteneció, el espacio público.
Esa ciudad, ese territorio, ese espacio común que es cada vez más de tránsito, de pasar, ojalá sin ver, sin sentir, sin tocar al otro/a. Es en este punto donde las acciones de jóvenes artistas al margen de la academia y de los discursos hegemónicos del arte, se alzan como focos de resistencia y se expanden libremente (en la medida de lo posible) por entre las calles y la gente, entre los que pasan y los que se quedan, los que miran y los que ven, los que no van al museo pero agradecen el estar ahí.
Ejercicio de Protesta es justamente eso, un “estar ahí” un acto de reconocerse, de identificarse y exponerse como un cuerpo político, que cruza física y simbólicamente el espacio urbano, arquitectónico, institucional, sagrado, académico. Territorios ceñidos por un orden y una realidad claustrofóbica, que oprime, reprime y suprime toco aquello que no calza con su estructura y no opera bajo su norma.
Como alternativa, como fuga, o como plan B, se busca generar microespacios de socialización en los que más allá del producto-arte lo que se propone es un flujo-arte, quiero decir, una cosa que pasa, que sin dudas se ve impulsado desde el ser y no desde el deber ser.
Más allá de los códigos o las reflexiones conceptuales de los que pueda valerse la propuesta, es desde la pulsión del querer hacer y del querer decir, desde donde Liu se expone, nos confronta y nos hace partícipes de una acción que es tanto impulso como liberación, una acción que como ella bien dice, puede darse el lujo de vestirse de arte y salir a hacer frente a las múltiples redes de violencia que se tejen día a día frente a nuestros ojos.
